por Víctor Molinero
Desde el histórico 3-0 a favor del año pasado en La Bombonera a este 1-4 en contra del sábado en el mismo escenario Aldosivi evolucionó. Porque el árbol no debe tapar el bosque ni el análisis quedar circunscrito a una mera cuestión de resultados.
Vale recordar que aquella goleada inolvidable fue producto de una contundencia asombrosa, plasmada en el campo con autoridad tras sufrir una primera media hora de un permanente asedio boquense. Que el cero en el arco propio se mantuvo porque Pablo Campodónico tuvo una tarde sensacional, porque Daniel Osvaldo erró un penal y porque sus compañeros desaprovecharon la infinidad de chances para marcar con las que contaron.
Aldosivi fue vivo, jugó con el corazón en un estadio vacío por la sanción que pesaba sobre la localía “xeneize”, pegó en los momentos justos y se trajo a Mar del Plata un resultado que atesora entre sus logros más preciados.
Esta vez la historia fue distinta. Aldosivi creció. Quizás no como equipo, donde todavía busca asimilar las partidas de Roger Martínez y José Sand y, fundamentalmente las reiteradas lesiones de hombres claves que no le permiten a Fernando Quiroz armar su once ideal. Aldosivi creció en un todo.
El sábado, no fue a La Bombonera a ver qué pasaba. Salió dispuesto a ser protagonista. Jugó mejor que Boca en el primer tiempo y estuvo al frente hasta la última jugada de la etapa inicial, donde el dueño de casa aprovechó un descuido, logró igualar y recobró la confianza.
Dos errores marplatenses en el arranque del complemento terminaron en sendas conquistas del equipo de Guillermo Barros Schelotto. Y allí afloró otra vez el temple de un equipo que ya se siente de Primera. Porque Aldosivi salió con todo a buscar el descuento. Se llevó por delante a Boca durante un buen rato. Lo desbordó con las subidas de sus laterales, atacándolo prácticamente con cuatro delanteros, con Bandiera y Rosales por las bandas y Penco y Dinenno en el centro.
Una nueva falla con el equipo volcado en ataque decretó el 4-1 final de Andés Chávez. Y entonces sí, en los 15′ finales, se desdibujó la tarea del elenco marplatense.
Pero pasaron once meses entre uno y otro partido en La Bombonera. Y Aldosivi, pese a la fría estadística de los resultados, creció. Ya se siente un equipo de Primera. Ya empató en el Monumental, les ganó a Independiente y Racing, superó con autoridad al Lanús del propio Guillermo Barros Schelotto y cerró el 2015 con una notable actuación en la liguilla Pre Sudamericana.
Al margen de esos logros, Aldosivi consolidó en su equipo titular a dos jóvenes de la ciudad que tienen un gran futuro por delante: Santiago Rosales y Jonatan Galván, más temprano que tarde, dejarán el club marplatense tentados por ofertas seductoras.
El volante fue un dolor de cabeza para Nahuel Molina primero y Leonardo Jara después el sábado en La Bombonera. Como lo ha sido para la mayoría de los rivales que lo enfrentaron desde que se ganó la titularidad sobre el final del campeonato pasado.
Y Galván, el ahora defensor central, partido a partido deja en claro que no se equivocaron quienes -aún contra su deseo personal de ser volante- optaron por ubicarlo en la línea de fondo.
Ellos son la bandera del promocionado Proyección Juvenil, una notable inversión que hace el club portuense apostando al semillero, con seis categorías jugando semana a semana con los principales clubes del país en los torneos de AFA.
Un proyecto que tiene como punta de lanza a Galván y Rosales pero que por fìn parece haber encontrado continuidad. Que está aceitado. Porque detrás piden pista chicos que hasta el año pasado jugaban en cuarta división y hoy ya comparten plantel con los profesionales como los mediocampistas Ramiro Garay y Nahuel Pájaro, el defensor Emiliano Borjas, el delantero Lucas Di Yorio o el arquero Nicolás Ciribe.
Está claro que todavia queda mucho camino por recorrer. Que la estructura del club ha crecido notablemente en los últimos años pero que todavía tiene mucho por delante para seguir haciéndolo. Pero sin dudas Aldosivi ha crecido desde aquel 3-0 en La Bombonera al 1-4 del sábado. Que un resultado no tape el bosque.